Industria (cultural) en YouTube
- Youtubethisway
- 11 nov 2018
- 4 Min. de lectura
Sin duda, la aparición de YouTube y su evolución progresiva ha interrumpido de manera brusca en el ámbito de Internet, creando una serie de conflictos en cuanto a dos ejes, objeto de estudio del profesor José Patricio Pérez Rufí de la Universidad de Málaga. En su artículo <<YouTube ya no es “tu televisión”: cultura colaborativa y red comercial en el vídeo online>>, apunta hacia la naturaleza de esta plataforma principalmente como red comercial, a partir del análisis de algunos de los vídeos más populares en YouTube, frente a los intereses colaborativos de las industrias audiovisuales.
Uno de los puntos más interesantes de los que trata este artículo, en mi opinión, es en cuanto a la necesidad de consumir por parte del usuario. “Aunque la tecnología evoluciona intentando satisfacer las demandas sociales, deberíamos preguntarnos hasta qué punto dichas demandas no son introducidas por la propia industria para convertir a los ciudadanos en consumidores de información a través de productos y servicios tecnológicos” (Pérez Rufí, J., 2011). ¿Cuántas veces hemos tenido la sensación de que algo que acabábamos de comprar realmente no era tan necesario como creíamos? Pues esto es algo que puede ocurrir no sólo a la hora de comprar un objeto, sino a la hora de consumir un servicio o un contenido. No sería la primera vez que surge el nombre de Steve Jobs en temas relacionados, pues su política empresarial consiste en eso, en introducir necesidades a sus potenciales clientes sin ellos ser conscientes. ¿Es YouTube una red comercial más?

Bajo el logo de YouTube se esconde un famoso eslogan que todos conocemos, “Broadcast Yourself”, este lema hace protagonista al usuario, sin embargo, entra en conflicto con su verdadero uso, ya que realmente quienes tienen el poder en esta plataforma actualmente, son todas aquellas empresas que pagan por obtener un espacio publicitario. Ante los altos costes que produce el almacenamiento y la divulgación de contenidos, así como su mantenimiento, Google (que adquirió YouTube en 2006) se ve obligado a adoptar un modelo de negocio en el que pueda obtener ingresos, a través de acuerdos específicos con distintas cadenas de televisión, discográficas o productoras, es decir, empresas dedicadas a la producción cultural, o por la venta de espacios destinados a la publicidad. Al principio lo que parecía ser una molestia en cuanto a competencia para la industria audiovisual, acabó siendo un aliado para ella, convirtiéndose en una plataforma apropiada para la promoción de muchas discográficas y la publicidad de muchos productos, como álbumes, películas, programas, entre otras.
Pérez Rufí concluye por tanto con la idea de que “la identidad actual de YouTube ha dejado de responder al concepto de “tu televisión”, convirtiéndose en un canal comercial más”, a pesar de que esta plataforma permite la divulgación de vídeos propios y la interacción entre los usuarios. Pero, ¿no es verdad que a la hora de buscar un contenido musical, por ejemplo, preferimos escucharlo producido por la discográfica, antes que grabado por una persona en directo en un concierto? En la primera opción está grabado sin ruidos, con una calidad de sonido (y de imagen, si la hay) excelente, está editado... son distintas cosas que favorecen nuestra preferencia por este tipo de contenidos, porque realmente lo que buscamos es comodidad, buscamos algo que satisfaga nuestras necesidades sin ningún tipo de dificultad. ¿Y quién no lo quiere así?. Pues debido a ello, a lo que prefiere el usuario mayoritario, desde ese momento en el que hacemos los contenidos creados por la industria nuestros favoritos, estamos mostrando nuestra preferencia por los vídeos que crean los profesionales antes que un usuario cualquiera.

Por otra parte, como afirma María Ferreras (Directora de Alianzas Estratégicas de YouTube) en su artículo <<Oportunidades para la industria cultural en YouTube>>, es imprescindible que tanto la tecnología como la cultura se entiendan conjuntamente y avancen de manera que favorezcan al sector de contenidos, en este caso YouTube, y a las miles de personas que viven de ello. Como bien sabemos, esta plataforma permite a cualquiera publicar sus obras o creaciones, facilitando notablemente su difusión gracias al alcance que tiene mundialmente, de esta forma permite a estas personas obtener ingresos económicos a partir de cierta cantidad de suscriptores y visitas a sus canales, o por la colaboración con distintas marcas incluyendo publicidad en sus vídeos. Esto último involucra más en concreto a los denominados “youtubers”, cuyos contenidos son consumidos normalmente por parte de jóvenes, en mayor medida.
Pero, al fin y al cabo, la industria cultural y los medios acaban controlando la figura de estos creadores, diseñando y gestionando su trayectoria, a pesar de que en un primer momento surgen en Internet creando vínculos con sus espectadores de manera cercana y cotidiana. Porque como dice Graeme Turner en su obra <<Ordinary People and the Media: The Demotic Turn>>, “estas nuevas celebridades no suponen verdaderamente una alternativa a la industria mediática existente ya que, al final, son absorbidos por ella y adaptados a su propia lógica e intereses”. En este sentido, nos encontramos en una sociedad capitalista y al mismo tiempo creativa, donde tanto el capitalismo como la creatividad se cruzan para llevar a cabo una misión conjuntamente, crear contenido que guste a su público y al mismo tiempo ser reclamado por todas aquellas empresas que deseen publicitar sus productos a través de ellos.

El término de Industria cultural (título que encabeza esta entrada) es concebido, por el famoso filósofo Theodor Adorno, como la transformación de obras de arte en objetos al servicio de la comunidad. En cuanto a esto y retomando una de las cuestiones iniciales... ¿se ha convertido YouTube en una red comercial más?
#TCZ 📌
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